martes, 28 de agosto de 2012

Capitulo 5, Las Elegías de la mesera Hippie


Después de un día rudísimo en el trabajo, policías judiciales incluidos, MP y anexas, regresaba yo a casa, con el susto entre ceja y oreja, dolor de cabeza y un poco  de miedo también; me baje unas calles antes de casa, aproveché que nunca había caminado por el camellón -parque de mi colonia y pensativo me dirigí calles arriba.
Me senté en una banca a meditar sobre el paso del día, sobre mi jefe y sus triquiñuelas, sobre los avatares que se viven diariamente en el trabajo, de mi estomago revuelto por  el interrogatorio de la judicial  y por las presiones de los compañeros mirándome como cómplice de homicidio o algo peor. Cuando levanté la cabeza   por el ruido que hacía el movimiento del columpio, vi que un adulto de espaldas a mi se balanceaba divertido, reconocí esa cabeza redonda y su chaqueta de piel,  era Dante que divertido jugaba como crío.

Lo saludé con una sonrisa y un leve golpe en el hombro, me sonrió de regreso y detuvo el columpio para levantarse, me miro y me dijo: - cada día te veo mas viejo, deberías de preocuparte menos, las caras largas te sacan arrugas de las malas-  vaya, pensé para mi, y cuales son las arrugas buenas?
Me respondió sin necesidad de preguntarle: - ya se que me vas a preguntar cuales son las arrugas buenas, pues son las que son producto de sonreír mucho o de amar mucho.

le pedí que me contara mas sobre el tema,  al final, Nuria estaba  trabajando y no regresaba  hasta tarde y total yo ni hambre tenía después del día que había tenido.

Me dijo que el amar es una cosa complicada, que no todo mundo lo entiende de la misma manera, pero que aunque cada uno de nosotros lo entendamos de diferente modo, con el tiempo y la vida nos damos cuenta de que consiste mas o menos en lo mismo, comprensión y tolerancia. Me contó muchas historias sobre como el fue aprendiendo a entender eso del  amor. Me contó que por ejemplo, al inicio pensaba que  el amor consistía en estar todo el tiempo pegado al objeto amado, luego pensó que encontrar a una persona que pensara exactamente como el, era amor y del bueno!!!, después descubrió que en ocasiones nos atrae y nos agarra por los huevos exactamente todo lo contrario a nuestro carácter, y que con el tiempo fue más y más ahondando en el tema sin desenredarlo del todo.

Me preguntó que que opinaba yo, - Yo no se mucho de casi nada, lo que si te puedo decir es que yo no estoy seguro de que eso del amor verdadero sea eterno ni que exista en realidad, supongo yo que eso es un invento del mercantilismo - le aclaré- El como siempre me sonrió con una mueca y me dijo que tal vez fuera cierto que eso no existía, que tal vez fuera un invento, pero me preguntó: - ¿nunca lo has sentido?

Yo no supe que contestar le dije que yo al correr del tiempo no había ahondado mucho en las relaciones humanas, en mi familia ese es tema vedado, asunto de cada quien  o así. nunca nadie exteriorizaba cuando estaba triste o cuando estaba dolido por algún sentimiento, esas cosas no se contaban en la mesa, por lo que cada uno aprendió a lidiar con ellas de diferente modo.
Mi caso fue particular, yo decidí que para lidiar con esas cosas lo mejor era pretender que nunca habían pasado esas cosas por mi cabeza, y de paso cuando por alguna razón sucedían, mostrarme inflexible en controlar mis emociones, eso siempre me daba buen resultado y todo mundo pensaba que yo era un hombre feliz.

Ya mas viejo, no se,  me decidí a buscar otras cosas en las personas, no belleza fisica, en muchas ocasiones ni inteligencia, si no esa conexión especial de la que todos hablaban, no la encontré nunca, después ya busqué un poco de compañía y mas que nada comprensión y creo que al final encontré algo de todo eso que buscaba.

No se si amo con locura a Nuria - le dije-  ni si  al menos nos entendemos mejor que cualquier pareja, de eso como lo pintan en las películas, amantes que se cruzan por primera vez sus ojos y quedan prendados de por vida, no yo no creo en eso, solamente creo que llega el momento de cada persona en donde hay una sintonía de calma y tranquilidad con una pareja, y para mí eso es el amor. 


Por eso. - le dije mientras me sentaba en otro columpio - yo nunca he entendido a la gente que se complica la existencia saltando de una relación en otra, o  de plano cuando ya la tienen buscando satisfacer su libido sexual con mas amantes, (he llegado a conocer cabrones y cabronas que tienen hasta amante del amante) o también aquellos y aquellas que suben a su pareja a un pedestal dorado  creyéndolos semi- dioses y que cuando caen se deshacen en un mar de lagrimas y despechos por que no era lo que ellos buscaban o creían.

Hace no mucho también me preguntaron que si yo creía que había una mujer mejor para mí, y no supe que contestar... ahora ya entiendo la pregunta, seguramente esta por allí viendo un museo en París, o comiendo Ravioli en la piazza Navona, tal vez esté caminando por montparnasse en este momento, o pintando una marina al óleo en Cádiz o Marbella,  puede ser que esté vestida de monja enseñando a los niños pequeños en una escuela, o cocinando la comida en el departamento de abajo, no lo sé  y finalmente no tiene demasiada importancia, por que la pregunta no es o no sería si hay una mujer mejor para mí, si no mas bien si yo soy mejor hombre para cualquiera de esas mujeres. 
y parece ser que hasta el momento soy lo menos pinche que ha encontrado la Nuria; así que mas bien ella sería quien contestase la pregunta.

Sin darme cuenta, ahora Dante me sacó información a mi- no lo hace muy a menudo-  me mira con ojos divertidos, me cambia de conversación, hablamos de un libro llamado los viajes de Ulises, algo así como un estudio literario de la Odisea, me cuenta que lo compró en un bazar en Cuernavaca, donde recorrió una estrecha calle donde los lugareños venden libros, me cuenta que durmió en un hotel de mala muerte y que amaneció con un dolor de cabeza terrible, también me dijo entre risas, que la mesera de la cafetería donde cenó le guiñaba el ojo de vez e vez y que a el le hubiese gustado irse a dormir con ella, dejarle una notita en la mañana y despedirse sin despertarla. 

Ahora el que reía era yo, me causan gracias sus fantasías, no creo que la mesera le hubiese dicho que no, era una de esas hippies que a el tanto le gustan aunque lo niegue cada vez que se lo señalo. 

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