miércoles, 8 de agosto de 2012

Capitulo 3. Dante, la mujer del café y los libros


Ayer volví a ver a Dante, siempre me sorprende, aparece de la nada y cuando yo me doy cuenta me esta susurrando majaderías al oído.
Así paso ayer, mientras Nuria mi mujer entraba al banco a realizar algún tramite de esos funestos que te llevan cuando menos una hora; nunca me ha gustado esperar en los bancos, todo mundo te mira sospechoso (y mas en esta ciudad y en estos tiempos) por lo que decidí esperar afuera. la plaza donde se encuentra el banco, tiene unos domos altos muy al estilo funcionalista, pa que entre la luz pues! cosa que hacía luminoso y cálido al mismo tiempo el lugar donde acomode las posaderas, mientras me entretenía mirando el teléfono y las actualizaciones de estado del famoso fb, noté unos viejos zapatos que me resultaron familiares, miré hacia arriba y me encontré con Dante nuevamente, me miraba divertido y me dijo- yo nunca he necesitado teléfonos para entretenerme, te ves chistoso aislado completamente del mundo-

Lo salude con la efusividad de siempre, le dije que se sentara conmigo mientras Nuria salía del banco, le calculé que tenía mas o menos una hora para platicar con el (Nuria nunca me ha dicho, pero parece que no le cae bien y aunque le tolera sus apariciones,  siempre me mira con cara de reprobación cuando lo encuentra conmigo, siempre me dice que debería de ver a un psiquiatra por tener amigos como Dante)
Le pregunté que  que estaba haciendo por allí y me contó que acababa de ver a un cliente que siempre le compraba libros raros, de esos que a el le gusta andar buscando en los mercados tanto como a mi, sin embargo déjenme contarles que Dante nunca vende un libro por dinero,  como yo, para el es su modo de interactuar con las personas, a partir de la literatura dice el -me comunico a niveles mas profundos, les conozco sus miedos, sus aficiones, sus sueños, sus aventuras e incluso hasta sus amores, es mejor que el conocerlos y volverte amigo de ellos- Me llamó mucho la atención  su modo de ver los libros y le pregunté: -Y que haces cuando te encuentras un cliente que lee cosas que tu nunca has leído, que ni siquiera te han interesado o llamado la atención?-  Entonces me contestó: - fíjate que hace un tiempo me pasó eso con una clienta, era ella una mujer entrada ya en los 30  años, me presentaron con ella un grupo de lectores asiduos del parque México, en el corazón de la Condesa; me dijeron que era una mujer muy inteligente, famosa entre la comunidad de escritores y bastante exitosa. yo por mi lado pensé en llevarle algunos libros como presentación, aunque no sabía a ciencia cierta que era lo que yo, andariego de los libros y las fantasías podía ofrecerle que ella no conociera o que le generara tanta pasión que se volviera mi cliente habitual y por tanto mi amiga.  Elegí como de costumbre, un clásico y un post modernista, hacía algunas semanas había encontrado en una tienda destartalada de revistas y libros de cuarta mano una primera edición del Pedro Páramo de nuestro querido Juan Rulfo, el otro estuve algunas horas revolviendo entre cajas de libros y mis maltratados libreros, que le llevaré, que le llevaré... pensaba preocupado.
después de algunas horas de búsqueda me encontré  un pequeño libro, olvidado en el fondo de una de tantas cajas que pueblan mi viejo ático, quité el polvo de su cubierta y leí en los desgastados cantos el titulo en letras doradas: " Historia peregrina de mi viejo navío" comencé a hojearlo rápidamente, un cuento de una mujer que miraba el mar, que gustaba del vino a la puesta del sol, que caminaba con su  fiel perro "oso"  por las orillas de las olas, que cantaba cuando amanecía y había huevos fritos para desayunar. le encantaba escribir y contar historias, había recorrido medio mundo a la pata del General, su padre, se había casado con el hombre perfecto, un caballero de familia buena y cristianos viejos, se había divorciado con la misma  velocidad con la las olas arrastraban los restos de algas frente a ella,  siempre pensó que había algo mas que formar una familia y hacer de comer a los niños, decidió estudiar, le encantaba contar cuentos, por lo que entró a la escuela de literatura clásica, terminó la escuela, siguió viajando ya entrados los 28 años, se enamoró de un individuo fascinante, ( eso dijo ella)  que después resulto que era un completo payaso, se enamoró de su vida de libertad, se desenamoró, fue feliz un poco de tiempo fue infeliz la mayor parte del tiempo, buscaba y  buscaba sin saber que era lo que deseaba encontrar. finalmente me detuve, no podía seguir leyendo eso, era como un alma gemela o alguien muy parecido a mí. decidí que tal vez le pareciera una historia interesante a mi clienta, prácticamente se lo daría regalado ya que le faltaba un fragmento de la portada, de hecho no sabía quien era la autora o autor.

Al llegar a mi cita,  y como siempre hago, observé detenidamente para saber quien podría ser mi cliente- es una extraña costumbre que tengo, observar a la gente en su entorno de comodidad para saber un poco mas de ellos-  vi sentada en el centro del café, a una mujer de cabello negro, rizado, con unos profundos ojos negros, manos finas como de pianista,  con un pantalón holgado de esos que las mujeres llaman pescadores color blanco, un ligero saco color azul y zapatitos ligeros, tenía en  su mano derecha un largo cigarrillo blanco que soltaba un fino hilillo de humo con olor a canela, en su otra mano sostenía un libro del cual solo alcancé a ver el autor que estaba escrito en letras grandes  Haruki  Murakami,  me sonreí, yo nunca lo he leído  será mi patológica aversión a la cultura de oriente, o simplemente dejadez mía?  no lo se, pero me prometí preguntarle de que trataba.
Me aproximé y le tendí la mano después de presentarme, me sonrió con espontaneidad y con cierto dejo de melancolía; me invitó a sentarme frente a ella. después de los comentarios por educación de ambas partes, pasamos al negocio, ya le había informado yo que tenía para ella el Pedro Páramo, ella con ojos de conocedora lo reviso de pies a cabeza, lo tomo entre sus finas manos y  lo olió, poco después de acariciar las paginas me dijo que se quedaba con él.   Me contó en tono confidente que le encantaba ese libro, que de niña le había costado mucho   entender esa obra, yo le correspondí con otra confidencia, le dije que un libro que seguía sin entender era el Principito de Euxpery, se sonrió y se sonrojó, - es mi libro favorito- me dijo sonriendo. 
Me preguntó que que mas traía para ella, que le había dicho días antes por teléfono que había uno mas. lo saqué de mi vieja mochila, ella lo miró y entornó los ojos, me miro detenidamente y me preguntó que si sabía quien era ella, le contesté que tenía pocas referencias de eso, solo un amigo de un amigo. nada concreto le dije, - por que lo pregunta-   no me contestó, solo comenzó a hojear el libro con impaciencia, vi que su cara cambiaba de  color y de gestos, cuando me di cuenta, una lagrima rodaba por su mejilla. como de costumbre, no me atreví a preguntar que le pasaba y solo me quedé mirándola, - uno nunca sabe que preguntas hacen saltar de enojo a una mujer..-  al ver que la observaba, se giró hacia mi con esa misma melancólica mirada que le había visto cuando nos presentamos y me dijo solemne: - yo escribí hace algunos años este libro, ya no me reconozco en esa alegre muchacha, que luchaba por ser feliz, ahora, solo la voy viviendo, me tomo de la mano y me dió un leve apretón, ella no hablaba, pero sus ojos me contaron su vida en un instante, vi sus alegrías y sin sabores sus triunfos y sus fracasos. - la mayoría de las ocasiones, los seres como ella no necesitan hablar  o escribir para contar historias.
Me aproximé a ella, la abracé y le di un beso en la mejilla, le dije que había sido la mejor tarde pasada con alguien en muchos años y me fui. no hace falta decir que le regalé ambos libros. 

Una vez mas al acabarme de contar esta historia, Dante miraba hacia el espejo como hipnotizado, había dejado de hablar y solo fumaba y fumaba - otro de sus ataques de ostra pensé yo.- de pronto me puso la mano en el hombro, agitó la cabeza negativamente con su gesto torcido de antaño y se levantó de la banca. me dejó contemplando un letrero de Salchichas Viena a $18  el  kilo, ofertas Soriana; de pronto apareció Nuria y me dijo alegremente - ¿que haces?- Le contesté: nada, aquí esperándote, como te fue en el banco?.