jueves, 19 de julio de 2012

Ayer soñé despierto.

Ayer volví a soñar despierto.. ayer camine otra vez por caminos olvidados, Ayer me dormí y no tuve pesadillas.

Hace unos  días una buena amiga me platicó que se va de viaje a Grecia, me emocioné tanto como cuando fui yo, lo que quiere decir que mi amor por Grecia no disminuyó con el tiempo y mirá que eso es raro en mi, por que con el tiempo voy olvidando poco a poco los lugares por donde he andado, no al nivel de que ya no me acuerdo, pero si pierdo detalles que en ese momento pensé que conservaría.

Me pasa también con las personas que conocí en estas andanzas, la verdad son pocas las que conservo en la memoria. sera tal vez que poco a poco voy llenando la cabeza con nuevos recuerdos, o será quizas también que voy extrayendo únicamente las enseñanzas de esos viajes, no se.. pero así me pasa en ocasiones. 

Con Grecia pasa diferente, lo tengo vívido en mi memoria, recuerdo los colores, los olores, la sensación en mis manos al tocar las piedras del Partenon, el roce de la madera de los olivos en las islas, la textura del mar en mis pies, los pequeños filos de las piedras en mis chanclas, el sabor de la comida con especies y el dulzón de sus vinos de Chipre, me acuerdo también que como a Schiliemann siempre me atrajo Grecia, desde así de pequeñito, cuando por  suerte mi Papá compró una enciclopedia que se llamaba TimeLife del mundo, allí había un tomo dedicado exclusivamente a  la Grecia Clásica. 
Este libro (como siempre conmigo lo que despierta mi curiosidad son los libros) me mostró un majestuoso país lleno de historia, poesía y maravillas naturales, nunca pensé que sería uno de los lugares a los que estaría atado de por vida. 

Recuerdo también las caminatas por la isla de Paros, unas playas largas y pedruscosas con un mar azul intenso que aun veo cada que cierro los ojos, una brisa marina que golpea el rostro como susurros de  su mágica palabra, sus casas blancas y frescas desde donde se asoma un despreocupado pescador que se conforma con el mundo que lo rodea, y como no conformarse si  ese "todo que lo rodea" es como una pintura al fresco de José María Velasco 

Recorrer sus caminos es adentrarte en el ultimo reducto de occidente y el principio de oriente, esas dos lados del mundo que se pelean a dentelladas cada que pueden, pero como los esposos  después de los 30 años de casados; no pueden vivir el uno sin el otro. aquí termina nuestra mitad conocida del mundo, en un salpicado de islitas maravillosas, allá a lontananza comienza las antiquísimas tierras de los  temibles persas, allá hacia ese lado se encuentra tierra santa, Chipre y las antiguas fortalezas venecianas, mas allá los desiertos incansables y los jinetes de los desiertos. por eso Grecia y no otra tierra es el eslabón de la cadena de esos dos universos paralelos.