jueves, 26 de julio de 2012

Me encanta andar entre papeles viejos.


Me encanta andar con los dedos llenos de polvo y tinta, entre los pliegues de paginas, sentir la marca que dejaban las antiguas imprentas en un papel que está hecho con cuidado y esmero, pa durar pues. me gusta recorrer los lomos de piel de los libros, las curvas de sus costuras, ponerlos junto a mi oído y escuchar el sonido de sus paginas al pasar; yo no se en que momento me enamoré mas de de los libros que de las personas ya que en ocasiones creo que paso mas tiempo entre papel y papel que conviviendo con mis congéneres, igual y hasta se me está convirtiendo en un feo vicio.

Solo lo comparo con lo que me encuentro hoy en día de libros, paginas ligerísimas, elaboradas en un respiro de papel, ( ya ni es papel con eso de que hay que cuidar el ambiente quien sabe que material es) los lomos y guardas son otro cantar, un papel encerado con portadas ilustradas yo-no-se-por-quien-chingados por que normalmente son horripilantes, pegado al cuerpo del libro sin siquiera una costura, que le pasará al que hace los libros? ya no hay aquel amor incondicional de un Mariano Arévalo o un Ignacio Cumplido o un Elzevier?

Quien sabe, igual el anticuado soy yo.