domingo, 21 de marzo de 2010

Mi encuentro con el Malleficarum



Estaba yo el dia viernes 19 de marzo, como cualquier otro día embebido en el monton de libros que esperan cual doñita en las tortillas, su turno de avalúo, que fastidio, de entre 23 citas esta semana, sin contar los interminables fulanitos con sus incunables de 1900; no me encontré nada que valiera la pena mi interes. Los pleitos del trabajo como siempre, de mal en peor y ahora con el añadido de que una pendeja que cree que vendo naranjas decide mis viajes, cuales me convienen y cuales no y a donde debo de ir y a donde no, en fin "la stessa cosa da sempre in questa vita di merda" me dije para mis agotados adentros.

Las cuatro de la tarde con el vaiven del airecito que entra por la ventana y revisando un libro de Urquizo, solo por no dejar, recordé que a las 5 de la tarde tenía que ir a ver una biblioteca, de la cual por cierto ya habia hecho una revisión previa la cual no pintaba nada fuera de lo ordinario; montañas y montañas de mas libros del mal llamado y peor planeado bicentenario ( que en realidad es el inicio de la independencia y de la revolución, pa nada se consumó nada ese año, pero entre sus diseños vanguardistas y su no te entiendo del gobierno mejor ya no le sigo que se me va a olvidar de que estaba hablando)




Comenzamos mal.

Mi dichosa cita de esa tarde incluía a un matrimonio que renuentemente quería dejar ir la biblioteca de no- se- que pinchi pariente muerto del que nadie se acordaba hasta el momento que supieron que le podían sacar algo de dinero a ese desmadre de papeles y libros mal acomodados, es mas tenian el peregrino sueño de que alguien se interesara completamente por la biblioteca en bloque, ( cosa de la cual por cierto no pude convencerles por mas razones y argumentos logicos que les daba; es mas con esta gente ni alegar con tanta calabaza digerida en sus cabecitas es mejor no discutir ya que nunca se llega a nada)
El solo llegar fue toda una aventura, ya que como buena rata de biblioteca se me olvidó lo principal la dirección exacta, ( no llevé el numero) y dale con las llamadas a la oficina donde nunca nadie contesta el telefono por que es un pinche aparato raro que esta escondido entre las hojas del escritorio. por fin alguien contesta y obtengo el jodido numero, llego 15 minutos tarde y con ganas de irme a mi casa.

Al entrar; a diferencia de lo que me esperaba, una pequeña biblioteca, ordenada y regularmente conservada en temas y numeros de catalogación cosa que me llamó la atención en este par de monitos sin percepción mas allá de sus narices, 1 hora de platicas malsanas sobre por qué manejar la biblioteca como les decía yo y la imposibilidad de sus planes iniciales, en fin 1 hora y media mas tarde por fin puedo empezar a husmear entre los libros encontrandome cosas comunes, cosas vendibles dos tres cosas interesantes aunque no muy llamativas, cuando casi casi estoy preparandome para salir, la dueña me menciona; alli tengo algunos mas viejos encuadernados en pergamino, digo bueno en fin tal vez me puedo enontrar con algo que valga la pena aquí, y despues de revisar tres o cuatro tomos polvorientos TOMBOLA!!!!! aparece ni mas ni menos el Malleus Maleficarum, mejor conocido como el Martillo de las Brujas de Heinrich Kramer y Joseph Spranger, allí mirandome con ojos de Torquemada (perdón el sarcasmo) desde su encuadernado bien conservado y tieso, diciendome: "Mirame y contempla la majestuosidad de lo que acabas de encontrar" casi me voy de espaldas, ya que si bien conozco bastante bien esta obra nunca ni por artifício demoniaco ni por benignidad cristiana me lo había topado en mis manitas.. lo acaricié, tengo que confesarlo y ganas de hechar unas lagrimas me dieron, por de dejarlo en manos de estos tudescos, que seguramente lo van a guardar en un pinche librero para que sus hijas, una juniorcita de 25 años que estaba mas preocupada en ese momento por que la mama no le entregaba las llaves del carro para irse a antrear en viernes, que por lo que contiene esa biblioteca. Despues de un discurso de otra media hora para explicarle que demonios ( sin referirme a los autores del libro) tenía ella en la mano, me comentó que ya habian estado haciendo tratos con libreros de viejo del centro, pobres cuates les van a dar una bicoca por el, en fin me resigne a contemplarlo y hojearlo con avidéz mientras sorbía otras dos horas fuera de mi tiempo de trabajo, tratando de asimilar con mis ojos lo que probablemente termine en manos de una pendeja preocupada por si va a ir al Ocean o al Bar bar. Peccato mortale!!!! diria el santo Inquisidor.

Regresé a casa contento y tembloroso por el descubrimiento, azorado por la hora ( mi novia me va a regañar de nuevo por no llamar) y feliz de por fin haber tenido en mis manos al Temible y poderoso Martillo de las Brujas... ya entre hojas no resulta mas temible que El libro Jubilar de Alfonso Reyes.


Por nombre de batalla: Garatuza.