viernes, 5 de septiembre de 2008

recuerdos vagos de un aprendiz de brujo.


el puntalito.


Ando mal del apetito
es muy poco lo que como,
me sobo bastante el lomo
pues mi trabajo es durito.
De Veracruz yo solito
salí el otro día temprano,
siete plátanos manzanos
me comí en boca del río
y pa' no sentir el frío
un toro de chabacano!

Me bajé en Paso del Toro
a echarme una botanita:
medio kilo de carnitas
que casi valen un tesoro,
para salir del azoro
de masa pedí un tamal,
café con leche, un cidral,
plátanos con mantequilla,
medio kilo de tortillas,
huevo frito natural.

Un jugo de piña helado
me sorrajé en La Laguna
y ya sin pena ninguna
me enfile rumbo a Alvarado,
ya llevaba yo pensado
hacer una alto en Salinas
a tomar “jobicilina”
antes que otra cosa hacer
y allí me logré comer
la mitad de una gallina.

Yo llevaba de botana
la pierna de un armadillo,
me bajé en Arbolillo
a echarme una campechana.
No me quedé con la gana
de un torito de limón,
pa’ hacer buena digestión
y comí con precauciones
ocho docenas de ostiones
y un kilo de camarón.

Llegué a Paso Nacional
con mas hambre que un coyote,
me bajé del carro al trote
y me comí otro tamal.
Con atención especial
me hicieron una sangría,
la tomé con alegría
y luego con mucho afán,
avancé hasta Chocotán
y me comí una sandia.

Ya con ese puntalito
llegué a Lerdo sin problema,
solo pensando en la cena
que era un potaje exquisito,
mi mujer me dio bollito
de elote con mantequilla
y me preguntó Costilla,
¿Qué otra cosa has de querer?
y le dije ¿qué ha de ser?
carne asada a la parrilla.

Toda la noche dormí,
aunque sin probar bocado
y aunque estaba yo acostado,
mucho apetito sentí.
A mi mujer le pedí,
muy temprano, antes de pararme,
algo que pudiera darme
pa’ calmar el padrejón,
no crean que soy comelón
no me gusta mal pasarme.

de Constantino Blanco Ruiz - Tio Costilla