lunes, 7 de junio de 2010

Crònica de un encuentro memorable.

Biblioteca Centrale Nazionale di Roma

Apenas hace algunos días, para ser mas precisos el día miércoles de la semana pasada, caminando por el centro de la ciudad.. después de un día extraño de trabajo caminaba pensativo hasta el metro Allende; nunca me ha gustado el metro zócalo, esta lleno, siempre cambian las entradas y con este calor huele a perro mojado sin baño de varios meses.

En fin precisamente haciendo este recorrido para evitarme sin sabores en el transporte ( o mas bien reducirlos al mínimo) pase por la calle de Donceles, donde inevitablemente me metí a las librerías. No es que yo sea un adicto a pasarme horas buscando libros, si no que entre las cosas impresas en papel y cosidas como cuadernos, hay una atracción muy fuerte, similar a la que tenía Pancho Villa por las mujeres, o Diego Rivera por pintar niños gordos y chapeados, o la misma Frida y sus dolores; es en si como un vinculo que surgió hace mucho tiempo.
Cuando yo era niño y tenia problemas para aprender a leer, aunque siempre me llamaron la atención los monitos de los libros, sus símbolos ( que mas tarde aprendería que se llamaban letras, no es que ya no se llamen así lo que pasa es que ya es hasta lo obvio que lo primero que te enseñan es eso, incluso antes de aprender a leer) y me daba una inmensa curiosidad saber cuanto tiempo se tardaban en escribir todo eso los señores que según mi imaginaciòn de chiquillo, pensaba estarían sentados horas y mas horas enfrente de una libreta escribete que te escribete, e imaginando cosas que escribir ( como yo cuando no tengo sueño, estoy nervioso o muy contento por algo) con el paso de tiempo me enteré un poco mas de la historia del libro y de sus aventuras para llegar a ser lo que ahora conocemos, un cálido y silencioso amigo que me acompaña a la mayor parte de los sitios a los que voy, y es que no es mentira pero puedo no llevar ni cartera ni dinero, pero el libro o algo para leer dificilmente se me olvida, menos cuando llevo dinero y se cruza por mi camino una librerìa o una biblioteca.


Ya que toqué este tema, al cual como decía Alfonso Reyes: " No se llega por una métrica definida, ni por conceptos literarios predeterminados, sino que se entrelaza como la enredadera en la pared del jardín de la casa de mis padres" me gustaría platicarles un poco sobre mis experiencias al buscar y encontrar cosas en las librerías y bibliotecas de diferentes partes donde he estado; por que evidente mente para mi es tan interesante una librerìa como una biblioteca, aunque la segunda me produce una sensaciòn horrorosa de nostalgia al momento de partir y no poderme llevar para siempre a mi nuevo amigo, sentarlo en mi mesa de noche y acomodarlo debidamente en su nuevo hogar cuando ya ha sido leído y re-leido.

Una de las bibliotecas mas interesantes que he conocido en mi vida es la biblioteca Central de Roma que esta muy cerca de la estación central de Termini y que además a algunas calles a pie de un lugar también muy interesante que se llama piazza del cinquecento. En este lugar me perdí inmensas horas de muchos días buscando libros extraños y cosas fuera de lo ordinario, mas bien terminaba en esto, ya que en realidad las cosas que iba a buscar eran cosas especificas de mi ramo y de mis estudios; cosas que por cierto nunca terminaba, pues entre tantos libros terminaba siempre leyendo o buscando otra cosa, me volví el terror de los bibliotecarios, esos personajes como de cuento que aparecen y desaparecen sin dejar rastro, llevándose cual tlacuache, los libros que con tanto esfuerzo juntaste en una mesa durante todo un día sumergido en lo que otros han escrito al pasar de los siglos.

Biblioteca Central de Xalapa. Universidad Veracruzana.
También recuerdo con mucho cariño la Biblioteca central de Xalapa, conocida coloquialmente como "la usbi" (Unidad de Servicios Bibliotecarios) con sus enormes paredes de cristal, había ocasiones que cuando llovía en Xalapa, no sabias si en realidad llovía afuera o adentro pues te daba la sensaciòn de estar en una pecera; por la parte de adentro, o de afuera en realidad daba igual, el caso es que era pecera al fin.



Estas son algunas que este preciso momento recordé, no se si por la cantidad de tiempo que pasaba dentro o por lo singulares de sus construcciones o por las cosas que encontré o hice dentro, en varias ocasiones me quedé a punto de quedar encerrado pues se me había ido el tiempo y solo el corte de la electricidad me recordaba que ya debía irme, para con esto salir gritando en una Cassalate! cassalate, fermati !!!! y en otras: Señor!!!! oficial!!!! no cierre se me pasó la hora!!!!!!

Este es un pequeño fragmento de mis aventuras con los libros, no era este precisamente el que quería contar en esta ocasión, pero las palabras fluyeron de mi mente a mis manos y la emoción de estos recuerdos me empujo a seguir por esta senda, iba a contarles como fue mi encuentro con la marca de agua del peregrino, probablemente de las primeras resmas de papel europeo que llegaron a México, y en la cual muchas o la mayor parte de las ocasiones se elaboraron los códices post-conquista.

Uno de estos fragmentos me lo encontré a la venta en el mismo centro de esta ciudad, aunque no estando muy seguro de si valía la pena pagar los 300 pesos que e hombre de sombrero, bolsa de mercado y folders de papel amarillo cortados y pegados a modo de sobre había ya ofrecido en dos o tres librerías de viejo y el cual al percatarme yo de lo que estaba mostrando seguí pacientemente algunas cuadras, hasta que después de una infructuosa oferta con los "gatos" de las librerías de viejo los cuales le ofrecían 50 pesos o 100 como máximo, me atreví a ofrecerle 300, tras de lo cual casi arrebato de mi mano dandome efusivamente las gracias y explicandome que era un papel viejo que su esposa iba a tirar de casa por lo viejo y polvoso, ademas de que deseaban rentar ese pequeño cuarto donde entre montones de papeles, sacos de arroz y otras porquerìas estaba abandonado el papel, y como tenia dibujos de "inditos", pues decidiò venderlo a lo que pudieran darle, con esos 300 pesos, me confesò que iba a comprar un bote de pintura para poder rentar el cuarto a algùn estudiante en la zona de Chalco, y entregarlo pintado -Asì- me dijo -puedo rentarlo en unos 400 pesitos mas que si lo dejo todo sucio-
Yo por mi pare rabiaba con salir corriendo a la casa y revisarlo con la luz negra, ya que si era lo que yo sospechaba, me encontraba con un fragmento de incalculable valor històrico, si ya se lo que me van a decir muchos.. es un pinche papel viejo hecho pedazos, por eso gastaste 300 pesos?? al fin es un fragmento de historia de algùn poblado indigena y que gracias a pesquisas en muchos libros y mucho tiempo invertido en el, empiezo a dilucidar de que se trata.

Pero dejèmoslo para otro dìa, pues hoy ya es mañana y tengo que trabajar.