martes, 24 de julio de 2012

Yo soy Ulises.

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos
y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.


Ítaca te regaló un hermoso viaje,
sin ella el camino no hubieras emprendido,
mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, Ítaca no te engañó.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.






Kostantino Kavafis 1911 (1863 –1933)

Fotografía: El Ramtha, yate de vela.








Hace años que sigo con lo mismo, siempre me han gustado los barcos, no se si sea la vocación marinera que en algún momento de mi vida tuve o simplemente la remembranza profunda del mar y del ideal del viaje eterno.

Esto aunque no es nuevo ( lo de mi amor por los viajes)  no siempre fue así, recuerdo que cuando era niño tenía un inmenso terror a moverme de lugar; era una experiencia que casi casi se equiparaba a una horrible noche de pesadillas. muchos amigos y  familiares creyeron siempre que yo tenía algún problema psicológico respecto a viajar. yo no se que tan cierto sea eso, lo que si creo es que tenía este miedo y era inmenso.

tratando de entender mi pasado, me doy cuenta de que uno de mis mas grandes temores de niño, era perder el sentido de la pertenencia, eso que nos dice te llamas Carlos, eres hijo de Laura y  Guillermo, hermano de Jorge y de Juan,  nieto de Fáthema e Isaías, eres mexicano, comes tacos, cantas rancheras, eres corrupto, tramposo y machista por naturaleza, vives en un lugar cálido lleno de cosas tropicalosas, ves el fútbol y te encantan las novelas y los pésimos presidentes. 

Cada vez que por el trabajo del viejo teníamos que cambiar de residencia (nuevamente) era el caos para el pequeño Carlitos, sudaba frío, le dolía el estomago y las piernas, aun no avanzaba el carro, tren o avión y yo ya había devuelto lo de la panza, era el terror!! aunque solamente fuéramos a comer a 20 minutos fuera de cualquier ciudad, siempre pensaba que el que regresaba de esos viajes ya no era yo, que ya no era el mismo que se había ido por la mañana, y creo que de cierta manera tenía razón, cada nuevo lugar para vivir, cada casa, escuela, amigos y conocidos,  me transterraban cada momento y que dejaba de ser yo mismo.

Aún al día de hoy sigo pensando lo mismo, (acá entre nos) se me sigue revolviendo el estomago y doliendo la cabeza, sigo temiendo no regresar o regresar como otro Carlos desdoblado, cada vez que viajo por placer necesidad o la razón que sea, pienso que regreso con una cana mas, un pelo diferente, una mirada mas profunda. 
Los viajes son las experiencias mas constructivas que ha tenido mi vida, me han enseñado que cualquier camino ilustra, por pesado, sinuoso u horrible por donde uno ande rodando, pero también me han dejado sin sabores, amores no concretados, tristezas  al llegar, tristezas al partir, al dejar a alguien, al dejar algo, al llevar contigo algo. por divertido que parezca me sigue aterrando la idea de  haber ido con el tiempo, transformándome en alguien  diferente a quien era.

Toda la gente que conozco que sale de vacaciones, es para olvidarse momentaneamente de la realidad, es mas,  creo que todos los que viajan por el simple hecho de salir de un lugar y pasarla en otro un fin de semana,  una semana o el tiempo que sea, no tienen las mismas aprensiones que yo, y es posible que nunca se percaten que ya no son ellos mismos, que su esencia como si mezclaras un perfume barato con la piel, se va diluyendo en efluvios de gases. 

Aun con todo no me puedo quejar de esas transformaciones, por que me he descubierto a mi mismo con la certeza de estar en un viaje sin retorno, las similitudes entre la vida y un viaje cualquiera son inmensas no?  es un poquito como la odisea, viajar y viajar para regresar a una casa que ya no es la misma, con gente que ya ni se acuerda de ti, arboles que el tiempo ha hecho que cambien de tamaño y hasta de lugar, casas que están y luego ya no. caminos abandonados y carreteras nuevas, niños que jamas te reconocerán que algún día partiste de el mismo lugar donde ellos juegan. 

Al final, nunca he logrado definir lo que un viaje me regala y lo que me quita, solo sé que aquél Carlitos de las vomitadas y de los dolores, se perdió irremisiblemente en alguno de tantos giros y esquinas de esta vida, que el Carlitos de 14 años que se enamoró perdidamente de la hija de su profesor de tenis, se escondió y no volvió a salir de su escondite, que el Carlos que viajó a Xalapa a estudiar y que se mimetizó entre hippies y wannabes, no volvió a fumar hierba y a platicar de necedades; el Carlos que partió para Italia, Grecia, España, Francia, Inglaterra, Marruecos, Argelia  y medio mundo, se quedó a vivir en un ático polvoso de París y nunca salió, que tal vez se cayó al Tiber caminando por Roma, o se murió de frío saliendo de un bar en Moscú, ese mismo que se enamoró perdidamente de la rubia que creyó siempre que era el amor de su vida y que mas tardó en ilusionarse que la vida en desengañarlo, ese mismo que después mas viejo, desencantado, con la espalda cansada y el estomago hecho pedazos, la tolerancia al cero y un humor de la chingada, llegó de medio mundo rebuscando una vez mas en sus orígenes, después de haberse percatado de que el mundo es una mierda en cualquier lado. llegó y dice que se quedó pero igualmente se transformó, en sus orígenes,  otras cosas lo obligaron a esconderse, las nuevas amistades desterraron al cascarrabias, la familia lo hizo mas tolerable, a fuerza de peleas pero al final mas tolerable,  los jefes ojetes, los trabajos mediocres para vivir   y para ir pasando, darse cuenta que no ha cambiado nada a pesar de ser el ta diferente del que se fué, nunca supo si todo lo diferente que encontró es mejor o peor, solamente que le dió la sensación de que todo era la misma chingadera, pensó en irse, se acordó que el único que cambia es el, lo demás parece medio inmutable, se traumó, se frustró se volvió a enojar, pero siguió  recorriendo a pie el camino esperando encontrarse a esos Carlitos que se perdieron en los recodos, igual pensó que si los encontraba a lo mejor volvía a ser  aquel niño alegre y risueño de antes de los viajes, a lo mejor su vida vuelve a encontrarse con esa paz que no ha encontrado a pesar de tanto caminar.  

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