viernes, 3 de agosto de 2012

Capitulo 1.- Para el que fui, para el que soy, para el que seré, por el que nunca seré, por el que quisieron que fuera, para mi de mi y unos cuantos mas.


"con un poco de imaginación
partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas,
a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel
de todos los hombres
que nunca seré:
Al Capone en Chicago
legionario en Melilla
pintor en Montparnasse.
Mercenario en Damasco
costalero en Sevilla
negro en Nueva Orleans..."

Joaquín Sabina.
"La del Pirata Cojo"



Esta  nueva sección de mi blog que nadie lee (salvo unos cuantos) la pensé no forzosamente como un contenido de este espacio si no también a la manera de los libros personales o los diarios de campo o el de las quinceañeras, no sé, me pareció mejor idea el de  un registro arqueológico de mi vida. no pienso aburrir o aburrirme a mi mismo auto relatándome una vida que si bien no ha estado exenta de aventuras, no es ni mucho menos material  para una narración o novela;  claro que no.

Sin embargo es un espacio que me gustaría dedicar exclusivamente a historias que he visto,  vivido o escuchado, sin referencias a una  persona o a una vida o una muerte en especifico, si no de manera general un recuerdo plasmado en mi memoria un listado si le podemos llamar listado de sucesos que han pasado frente a mis ojos. y esta fué la primera historia que me vino a la mente. 



El pequeño Dante y la  espigada Zagala


Corría el año 1992, y el pequeño Dante se preparaba para un torneo de esgrima, desde los 6 años de edad, Dante a empuje de sus papas había decidido practicar un deporte. a el en realidad como a todos los niños de su tiempo y tierra le gustaba el futbol, pero Papá Ramírez, era inflexible en ese aspecto, el futbol es el deporte de los ordinarios. Así que aquí tenemos al pequeño Dante aprendiendo de circulos, cruces, paradas en cuarta, paradas en media  estoque, florete, molinete y defensas; a el no es que le agradara mucho el chiste ese, pero al final, era una manera fácil y divertida de convivir con su ya ocupada familia, pues todos le tenian en menor o mayor grado gusto al deporte ese de caballeros. 

Pasaban los días y en club deportivo Britania, no tenían maestro que guiara a los pequeños alumnos en las justas deportivas que se avecinaban, el checo Yaroslav Turek, acababa de partir de regreso a su lejano país y era necesario conseguir otro profesor. por fin después de mucho deliberar los directivos decidieron que el elegido para el puesto era el maestro Pacheco Alanís, procedente de una pequeña ciudad al este de la Capital, el cual se presentó a trabajar en las semanas subsecuentes.

El día de la presentación, el pequeño Dante estaba en primera fila, por dos razones aparentes, la primera por que era integrante del equipo y segunda por que el maestro Pacheco Alanís era entrenador de varios de sus mas acérrimos contrincantes y enemigos jurados por lo tanto esperaba con desconfianza y un poco de coraje que este tipo se integrara al equipo.
Se presentó amablemente prometiendo hacer todo lo posible por ser un buen maestro, un guía y cosechar mas triunfos para esa casa deportiva,  inmediatamente después, presentó a sus hijos y a su esposa. 

El pequeño Dante quedó pasmado, cuando vio a una espigada muchacha de cabellos dorados, sonrisa franca y ojos color miel, que inmediatamente le sonrió y lo saludo. 
Huelga decir que su mente voló por universos hasta el momento desconocidos, su mundo había sido la esgrima, la escuela los viajes y sus libros  y ahora la espigada zagalona que sin pena ninguna ya lo había invitado a andar en bicicleta y ver la ciudad ya que vivían muy cerca el uno del otro. 

Dante no sabía que hacer, tenía la panza hecha un nudo y se preguntaba insistentemente: ¿que carajos me pasa? ¿ estaré enfermo del estomago? ¿comí algo rancio? me siento mal, como mareado y sudoroso, como después de entrenar, me sudan las manos y los pies por un extraño calor que sale desde mis pies, creo que lo mejor es irme a casa.

Así comenzó una relación de muchos años, que   se fue estrechando y estrechando cada día mas, en ocasiones se vió interrumpida por los cambios de residencia, en otras ocasiones por que la Chío ( que días después averiguó que se llamaba Rocío)  tenía un novio nuevo, un valentón de esos que solo se dominan a tajos de vizcaína, que por culpa de la amistad y la cercanía que ahora tenía con la bella, muchos de sus antiguos amigos se habían trocado en enemigos, el explicó, habló e incluso peleó para hacer valer su posición y su amistad.  pero como en las querellas del corazón en  tierra de zafios y además entre chamacos inmaduros, eso solo se resolvía a mojadas. 

pasó el tiempo, Dante se fue creando castillos mas y mas altos con la Chío, ahora iban a todas partes juntos, experimentaban cosas juntos, conocían el mundo que los rodeaba uno de la mano del otro. el no quería volver a alejarse de ella, y cuando tenía que regresar a casa se entristecía, ya no le interesaban las mismas cosas, el florete se enmohecía en una esquina de su  habitación,  Mama Larissa lo veía con ojos de preocupación, sus hermanos lo veían con risa, y papa Ramírez lo miraba divertido. el pequeño Dante no sabía que hacer ni con quien hablar de eso. cometió errores, habló con gente chismosa, el cuento llegó hasta oídos de la Chío, la cual se rió de la ocurrencia, le dijo en su cara al pobre Dante que a el nunca lo vería así que que había pensado, que ella tenía otros intereses y otros gustos y le contó con cuantos había salido y con cuantos había estado mientras Dante pensaba que solo pasaba tiempo con el. a Dante se le cayeron en pedazos los castillos, se le apretó el estomago y se le encogió el corazón, todos sus planes, la manera de proponérselo, lo que le iba a decir cuando ambos tuvieran 27 años y se casaran, formaran una familia y tuvieran un hijo con sus  ojos color miel.  de como el trabajaría como cafre para tenerla muy contenta, de como saldrían  juntos a ver esas colinas, mares eternos de verde pasto y brisa constante donde  Dante había pasado los primeros años de su vida, de como verían esos mares  de arena y ese sol dorado de las tierras de sus ancestros, de como caminarían por los mercados y los bazares que Dante ya había cruzado  a esos años, desde las frías tierras del norte hasta las costas de Levante.


Han pasado ya muchos años desde que el pequeño Dante  creció.   hoy entre nubes  de humo y efluvios de café, aguantando la escopeteada de la  vida a "diente prieto",  el complemento de un trabajo mediocre para  mal vivir, incontables caminos recorridos y  "demasiadas cosas en la mochila" se sienta en la mesa, me mira con aire divertido, (ahora le da risa) su cara ha cambiado, ya no sonríe tan a menudo, si a ese gesto mitad ladino mitad sarcásmo  se le puede aún considerar sonrisa. me dice que está cansado, que a veces ya no sabe ni hacia donde va, que tiene  tantas dudas como cuando conoció a la Chío, que cada día entiende menos al mundo y se comprende y acepta mas el mismo. Entonces  se levanta y  comienza a caminar, me deja contemplandolo con la cuenta en la mano, se gira hacia mí y me sonríe con desdén, yo  lo miro a los ojos y parece que leo claramente una linea de un libro que dice: Compadre mio, estas hecho una mierda. y se va sin volver la mirada, con ese gesto entre amoscado y zumbón que le conozco de antaño.


En algún lugar del sur.   3 de Agosto de 2012 .

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